A los campesinos de mi patria

Campesinos colombianos,

Cada día de mi vida lo he vivido gracias a ustedes. Con el sagrado maíz me criaron, a punta de arepa, aguepanela y leche se formaron mis huesos. Cada papa, sabanera, criolla o pastusa, llega a mi boca con el sabor que sólo pueden imprimir esas manos callosas, anchas, fuertes y nobles, herederas de las parcelas en las que durante siglos otras manos callosas, anchas y fuertes labraron el alimento para Colombia entera.

Sus manos, briosas para sembrar y suaves para amar, hacen parte de la herencia que Colombia entrega a sus hijos. En cada colorida familia cafetera, en cada rostro tiznado que sale de la mina,  en cada ruana echada sobre el hombro, reconozco mi historia y siento el orgullo de saber que grano a grano mantenemos intacta nuestra dignidad.
Cuando el mundo ha dicho que los colombianos somos bandidos, narcotraficantes, ladrones, lo hacen por puritica ignorancia. Porque a cuenta de unos cientos desconocen a los millones de hombres y mujeres de cachetes rojos como la remolacha, que alimentan a más de 40 millones de colombianos. Ustedes son la esencia de nuestra dignidad. Los que nos permiten decir, con voz recia, soy colombiano y qué pocas ganas tengo de dejar de vivir en un país que lo tiene todo.
Por eso sepan que comparto su angustia de verse condenados a perder las cosechas, las parcelas y la dignidad.
Esta es otra forma de producir un desplazamiento forzado que los llevará a ser limosneros de semáforo, maromeros incómodos, a quienes nadie, ninguno de los que se alimentaron con esas cebollas largas venidas de Aquitania, mirarán con buenos ojos.
Cuando mis sueño vienen con aroma, huelen a tierra frescrita y negra, recién sembrada; cuando vienen con sonido revientan las tapas de las polas recién destapadas para festejar la cosecha y, cuando vienen con color, veo las pepitas rojas y verdes del café, el maíz amarillo, la mazorca casi blanca por lo tierna y un montón de ojos negros, que me regalan su alegría de saberse colombianos.
Ustedes, como yo, saben que los Smad también son campesinos o hijos de campesinos y que sólo están puestos ahí, contra ustedes, porque los verdaderos responsables de la venta del país no ponen la cara.
Ellos, los que negocian a nuestra Colombia son unos pocos y si bien tienen el poder, jamás podrán resistir la fuerza que produce la unión de campesinos pacíficos y alimentados por campesinos, exigiendo el legítimo derecho de cultivar y comprar los frutos de nuestra tierra.
No queremos arroz extranjero, ni papa ni yuca y, mucho menos café.
Queremos lo nuestro, lo que producen esas manos que, a esta hora, cuando reparten envueltos de maíz a los SMAD, sólo merecen, como mínimo pago a su esfuerzo, un beso en cada llaga que cultivar la tierra  para nosotros les ha producido.
Campesinos colombianos, mi nombre es Alexandra y los amo por su generosidad.
De aquí para abajo el nombre de muchos otros que también les aman y acompañan en estas horas de lucha pacífica. Resistiremos.
(Foto tomada de las redes sociales)

Si siente que lo dicho en esta carta corresponde a su pensamiento, bien pueda incluya su nombre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Alexandra: qué bella carta, qué verdadera, qué hermosa!!! Gracias por escribirla por todos los que desde la ciudad olvidamos todos los saberes de los campesinos nuestros... Me adhiero, gracias!!

Víctor Gaviria

Anónimo dijo...

Alexandra: qué bella carta, qué verdadera, qué hermosa!!! Gracias por escribirla por todos los que desde la ciudad olvidamos todos los saberes de los campesinos nuestros... Me adhiero, gracias!!

Víctor Gaviria

Jackie Haikal dijo...

Bello! De acuerdo!
Jackie Haikal

Elizabeth Romero dijo...

Bonita:Nunca mejor dicho.

Anónimo dijo...

Querida Alexandra:

Refrendo cada palabra de tu carta. Creo que es indispensablecomprometernos en lalucha contra la venta del país a las transnacionales a cambio de la miseria de nuestroscampesinos.

Leopoldo Pinzón

Diana Ospina dijo...

Querida Alexandra,

con la firme confianza de que podamos volver a cultivar nuestras propias semillas y que nuestros campesinos tengan el reconocimiento por su entrega, incluyo mi nombre y acompaño con todo mi corazón esta resistencia.

Un abrazo,