Arrastro el Alma

Hay días en que arrastro el alma. Cargo con ella, la toco, la consiento y, sin más, la pierdo. Cae al suelo y corre el peligro de perderse para siempre en cualquier hueco de las calles bogotanas. Arrastro el alma en días, como hoy, en que pierdo la ilusión de un mañana, un pasado mañana mejor. Colombia, pese a las optimistas cifras de las encuestas que la califican como el segundo país más feliz del mundo, es un territorio lúgubre, plagado de muertos, desaparecidos y secuestrados. Pero lo peor no es eso, lo peor es la indiferencia.